Cuando iniciamos nuestra andadura nos comprometimos a hablar de las cosas de Villapresente, y es lo que hemos estado haciendo hasta ahora. Hemos hablado de hechos históricos y también de hechos cotidianos, sin faltar en nuestra singladura aquellas personas que conocimos y que muchos años después de su muerte hemos recorrido la senda que dejaron.
Hoy seguiremos hablando de la cotidianidad, pues nada más cotidiano que el cementerio del pueblo. No solo pasamos por él todos los días, es que es el lugar en que solemos vernos cuando nos toca despedir a nuestros familiares y convecinos. Aunque hemos de ser precisos y decir que aunque en Villapresente hay dos cementerios sólo vamos a hablar de uno: del viejo, del tutelado por la Iglesia. El otro, el municipal, es de construcción reciente y carece, por ello, de interés histórico.
No vamos a hablar tampoco de los enterramientos, pues, aunque somos conscientes de que algunos de quienes descansan, o han descansado, en su suelo tienen lustre histórico suficiente para brillar con luz propia, eso lo dejaremos para otra ocasión.
Hoy vamos a hablar del cementerio viejo como tal, porque al hablar de él estamos hablando de los orígenes de Villapresente, de la primera referencia escrita conocida que tenemos del pueblo, de cuando unos vecinos entregaron la Iglesia de San Juan y su cementerio al Abad de Santa Juliana. Los datos están recogidos en el “LIBRO DE REGLA O CARTULARIO DE LA ANTIGUA ABADÍA DE SANTILLANA DEL MAR”, editado en 1912 por D. Eduardo Josué. El Cartulario o Libro de Regla contiene 96 cartas, algunas incompletas, que fueron redactadas desde el siglo IX hasta los primeros años del XIII, siendo la carta depositaria de los datos alusivos a Villapresente la catalogada con el número XXVII.
XXVII
Viernes 12 de junio de 1097
IGLESIA DE SAN JUAN, ENTRE VILLAPRESENTE
ET BARCENA
Sub Christi nomine et individue Trinitatis. Ego Guntsalvo Petriz et Guntsalvo Citiz pactum testamentum facimus ad Deum et ad regula Sancta iuliana, et ad abbati nostro Pedro Sesgustiz, et pro remedio anime nostre tradimus vel concedimus illa ecclesia de Varzena Sancto lohannes que est inter Villapresente et Varzena cum suo cimiterio et cum sua defesa et cum suos terminos ab omni integritate per terminu pro illo rio maiore, secundum terminu per illa defesa de la vega, tercio termino per illo vallatare, quartu terminu per flumine Saia.
Traduciendo: el viernes 12 de junio del año 1097 los vecinos Guntsalvo Petriz y Guntsalvo Citiz firmaron un acuerdo con Pedro Sesgustiz, a la sazón abad de Santa juliana, y le entregaron la iglesia de Bárcena [1] de San Juan junto con su cementerio, además de su dehesa y todos sus lindes. Señala el documento que la iglesia está situada entre Villapresente y Bárcena (se refiere aquí a lo que avanzando en el tiempo sería Bárcena de la Puente, el actual Puente San Miguel). Dice también que linda en primer lugar con el “rio maiore”, es decir, con el río mayor, actualmente Rumayor. Es este río el que hace de frontera entre Villapresente y Puente San Miguel. El segundo linde es la “defesa de la vega”, es decir, la dehesa de la vega, o lo que es lo mismo, una finca arbolada en la que pastaba el ganado. Probablemente se referían a la llanura que hay en dirección al Cristo y San Martín: la antesala de Somaza. El tercer linde que se menciona es illo vallatare. Es el propio Cartulario quien nos aclara que “vallatare” es un valle pequeño. Es decir, aquel valle que se inicia terminado el antiguo cementerio y se adentra en dirección a La Agüera. Finalmente, el cuarto linde hace referencia al flumine Saia, es decir, al río Saja.
Han pasado 10 siglos, se le supone muchos cambios en el edificio, pero la iglesia de San Juan está donde estaba en el año 1097 y el cementerio continúa en el mismo lugar que estaba cuando lo cedieron a la abadía de Santillana. De una y otro sólo podemos decir que se construyeron antes del año 1097, que fue la fecha en que, como queda dicho, se transfirieron a la Abadía de Santa Juliana.
Era aquella una época en la que los enterramientos se hacían fundamentalmente en el interior de las iglesias, pero en Villapresente sus habitantes habían dispuesto un lugar fuera de ella para descanso de los difuntos. Es el actual cementerio. El viejo. El que, debido al poco espacio disponible para los enterramientos (no olvidemos que son tres los pueblos que lo ocupan), fue ampliado con el anexo cementerio municipal.
Una instrucción del El Real Consejo de Sanidad, de 23 de junio de 1892, decía:
“…los cementerios deben estar aislados por una pared de dos metros de altura por lo menos: han de tener plantaciones de árboles de hoja perenne, cuya función clorofitiana sea activa y no profundas sus raíces: el ciprés. el chopo. el álamo. el abedul y vegetales aromáticos. Deben preferirse árboles de copa recta y elevada para que no den sombra ni favorezcan la humedad…”

Aún hoy encontramos en Google Maps testimonio de cuando nuestro cementerio estaba aislado de la carretera general –el antiguo “Camino Real”– con una hilera de pinos plantados en la parte exterior de la pared para impedir que se viera desde la carretera e impidiera la salida de olores y gases contaminantes.
Hemos de tener en cuenta, no obstante, que tanto la iglesia como el cementerio, es muy probable que hayan sufrido una elevación sobre el nivel primigenio. El templo, porque el hecho de estar en el sitio que se cita en el cartulario presupone que se ha ido reconstruyendo sobre sus cimientos. Además, a partir de la Real Cédula de Carlos III, de 3 de abril de 1787,
“…en que por punto general se manda restablecer el uso de Cementerios ventilados para sepultar los Cadáveres de los Fieles…”
y dada la antigüedad del cementerio, cabe pensar que en el interior del templo nunca hubo enterramientos, pero sí que en el caso de que no se hubiera hecho antes, habría que adaptar el cementerio a las nuevas disposiciones higiénicas, sobre todo si tenemos en cuenta las innumerables epidemias que sufrió la población en esos siglos. Tapar sucesivamente los enterramientos (ya tapados de por sí) para evitar filtraciones y evitar fugas al aire que pudieran dañar la salud de la población.
No vamos a entrar en el porqué se quitaron los árboles, pero sí advertir que su eliminación ha supuesto el descubrimiento de señales inequívocas del pasado histórico de Villapresente, que es lo que nos viene a decir cada una de las estelas incrustadas en la pared. Son diez las aparecidas en la pared norte, aunque algunas están tapadas con mortero por obra y gracia de la incultura de algunos albañiles y de la indulgencia e irresponsabilidad de quienes tenían que haberlo evitado, mereciendo mención especial para la desidia del responsable religioso, al que se le supone una formación cultural por encima de políticos y seglares.

Estas cinco estelas son las que, a simple vista, mejor legibilidad tienen. La estela 1 guarda cierta similitud con el escudo de armas de Velarde que se conserva en el interior del templo. La estela señalada con el número 2 contiene la cruz flordelisada, símbolo de las órdenes militares de Caballería de Calatrava (fundada en 1158), Montesa (fundada en 1357) y Alcántara (fundada en 1156). También utilizada por la Orden de Predicadores. La misma cruz aparece en algunos escudos relacionados con la Inquisición y en el escudo de armas de los González Villegas. La estela 3 parece de origen visigodo ya que dibujos similares se encuentran en algunos broches de cinturón catalogados como visigodos por la Fundación Lázaro Galdiano. Le sigue con el número 4 lo que bien podríamos llamar ‘esvástica de Villapresente’, por cuanto que la mayoría de las estelas de brazos curvos aparecidas en enterramientos contienen cinco o más brazos. La estela número 5 representa las llaves de la iglesia, aunque lo habitual sea ponerlas en forma de aspa (giro de 45º hacia la derecha). Algunas de las estelas son de origen claramente pagano, aunque integradas en el simbolismo funerario de la iglesia católica. En general, las estelas parecen indicar lo que dejaron fuera del camposanto algunos de los sepultados en él.
Sería deseable que quienes tienen poder para decidir encarguen un estudio serio y documentado sobre el origen y el significado histórico de estas estelas y su vinculación con el cementerio y con Villapresente. Al fin y al cabo, no es tan fácil encontrar un cementerio con al menos diez siglos a sus espaldas, y, nosotros, los de Villapresente, podemos presumir de él. De hecho, el siguiente cementerio activo más antiguo que hemos encontrado en España es el de Brañosera (Palencia), en cuyo interior se encuentran los restos de lo que fue la ermita de San Miguel, original parroquia de “Brannia Osaria”, aquélla que levantaran el Conde Munio Núñez y su esposa Argilo en 1118. De los que le siguen parece que el más antiguo es el de La Granja de San Ildefonso (Segovia), cuya construcción data del año 1783.
NOTAS
[1] Várcena (Bárcena) = lugar llano próximo a un río, el cual lo inunda, en todo o en parte, con cierta frecuencia.