Dr. Diego Manuel de Argumosa y Obregón

Apuntes biográficos de un ciudadano ilustre

Por Santiago JI Alútiz Rubio

“Los grandes hombres son como los árboles frondosos que coronan la cima de las gigantescas montañas; asombran al mundo por su majestuosa figura. Buscan la paz y la gloria del universo, pugnando por el triunfo de la verdad con acciones de inmortal renombre, conciliando la razón con la fe en sus plausibles luchas, alcanzando siempre la palma del triunfo, nunca cubierta de polvo y sangre; pues dulce palma llamó Horacio a la que así se alcanza.”

Así, con el ilustrativo párrafo que nos precede, comienza la biografía que escribió el Dr. D. José López de la Vega en “EL PABELLÓN MÉDICO, revista científica y profesional de Medicina, Cirugía y Farmacia” en el otoño de 1869, para honrar la figura de quien fuera el más grande médico español del siglo XIX.

No es nuestra intención sumarnos a la larga lista de sus biógrafos, sino hablar de su vinculación con Villapresente, que, como veremos más abajo, se inició a los dos días de su nacimiento y que, si las obras son la perduración del hombre, llega hasta nuestros días. No obstante, dada la transcendencia humana y profesional del ilustre personaje, trataremos de resaltar algunos de los aspectos más significativos de su apasionante vida.

Es el Dr. Argumosa uno de esos personajes sobre el que sus numerosos biógrafos no se ponen de acuerdo en asignarle un lugar de nacimiento; los hay que dicen que nació en Villapresente, otros que nació en Puente San Miguel, algunos dicen que en Torrelavega, y los hay que no ponen donde nació para no cogerse las manos, sin que falte quien le declara oriundo de “Villapresente-Puente San Miguel”. Tampoco se ponen de acuerdo en la fecha de nacimiento: unos dicen que el 7 de julio de 1792 y otros que el día 10 del mismo mes y año, y en la Biblioteca Nacional figura 1790 como año de nacimiento. También hemos visto como desde alguna página avalada por el Gobierno de Cantabria se limitan a decir que “en Villapresente nació el militar Diego Manuel de Argumosa Obregón (1792-1865)”. Desatinos que vienen a resaltar más, si cabe, la figura del insigne doctor.

En lo que casi todos están de acuerdo es en que sus primeros estudios los realizó en la escuela de Villapresente, donde estudió la educación primaria y la Gramática Latina. Nosotros no hemos encontrado su partida de nacimiento, pero sí la de bautismo. De ella hemos conocido que Diego Manuel de Argumosa y Obregón fue bautizado en la iglesia parroquial de Villapresente el día 12 de julio del año 1792, que fue bautizado por Don Diego de Otero y Velarde, cura sirviente en ella, que el niño que se bautizaba había nacido dos días antes, es decir, el día 10 de julio de 1792, y que fueron sus padres don Juan Antonio de Argumosa y doña Úrsula de Obregón, vecinos ambos de Puente San Miguel, lo que, lo que unido a que su familia no tenía ninguna vinculación con Villapresente, salvo en lo parroquial, ya que la iglesia de San Juan era sede sufragánea de Villapresente, Puente San Miguel y La Veguilla, presupone que nació en la localidad donde vivían sus padres [1]. Sus abuelos paternos, don Juan de Argumosa y doña María de la Gándara, eran vecinos de Zurita, en el Valle de Piélagos, y los abuelos maternos, don Juan Antonio de Obregón y doña Luisa Blanco lo eran de Puente San Miguel. Por otra parte, en una Fe de Bautismo solicitada por su padre en agosto de 1812, D. Fernando Sancha Sierra [2], cura párroco de San Juan, hace constar que el progenitor de Diego Manuel era cirujano titular de la Villa de Suances.

Casa, ya desaparecida, de Puente San Miguel en la que nació el Dr. Argumosa. En su pared frontal puede verse la placa que le dedicó la Junta Administrativa el 1 de enero de 1895 (Galería de Escritores Médicos Montañeses, 1906).

Nuestro personaje nació en el seno de una familia de hijosdalgo y tuvo por hermanos a María Teresa y a Juan José, ambos menores que él. Comenzó sus estudios en la escuela de  Villapresente, donde, como ya hemos visto, estudió la educación primaria y la Gramática Latina. Posteriormente sería internado en el Colegio de los Padres Escolapios de Villacarriedo para estudiar el Bachillerato en la rama de latín y filosofía, estudios que tuvo que suspender temporalmente como consecuencia de la Guerra de la Independencia, y porque su padre, por razones políticas, tuvo que exiliarse a Londres. Ante tales circunstancias Diego Manuel se alistó en el Tercer Batallón de Tiradores de Cantabria y como tenía algunos conocimientos de medicina (ya hemos dicho que su padre era médico cirujano) pasó a desempeñar funciones de practicante en el Hospital Militar de Santander [3]. Cuando parecía que iba a haber un ataque inminente de las tropas francesas sobre la ciudad, el mando militar decidió evacuar a los enfermos y heridos al Hospital Militar de Llanes (Asturias) y Diego Manuel se ofreció voluntario para realizar el duro traslado. Fue en aquellas largas jornadas cuando contrajo, por lo penoso y forzado de las marchas, una afección a los pies, que los deformó para toda su vida. Permaneció como segundo practicante en el Hospital Militar de Llanes hasta finalizada la guerra y, una vez disueltos los ejércitos, se dispuso a continuar sus estudios, esta vez en la Universidad de Alcalá, recibiendo el diploma de bachiller en filosofía el día 1 de Setiembre de 1814. Se inscribe a continuación en el Colegio San Carlos y allí estudia la carrera de Médico Cirujano. El día 31 de julio de 1820 conseguiría la Licenciatura y el 14 de septiembre del mismo año se doctoró en Cirugía Médica. Simultáneamente a sus estudios de medicina y cirugía en San Carlos realizó estudios de Botánica (1816 a 1817) y de Zoología (1820). Seguidamente ampliaría sus estudios en la Escuela de Medicina Práctica de Madrid y durante el curso, y en atención de sus relevantes méritos, a propuesta del Protomedicato [4], fue nombrado Catedrático Supernumerario de la Escuela de Burgos, para donde partió desde Madrid el 6 de junio de 1821. Dos años más tarde vuelve a Madrid y obtiene por oposición la plaza de “disector anatómico” y, algo  más tarde, la cátedra de “afectos externos y operaciones” del Colegio San Carlos.

Durante el cuarto de siglo siguiente, Argumosa se convirtió en la máxima figura de la cirugía española. Su magisterio contribuyó decisivamente a elevar el nivel del saber y la práctica quirúrgicos en un momento en el que el país padecía una apatía casi general en la actividad médica y científica. Al doctor Argumosa se le conoce universalmente por ser el restaurador de la cirugía española. Fue el primer cirujano que utilizo en España la anestesia por inhalación de éter sulfúrico; tan solo tres meses después de que se usara por primera vez en Boston (EEUU, 1847) él ya había realizado cuatro operaciones. Posteriormente inventaría, entre otros instrumentos, un aparato para la inhalación del éter. Fue también de los primeros cirujanos que utilizaron el cloroformo. Pero el Dr. Argumosa fue más allá de la aportación a la técnica quirúrgica y la enriqueció con numerosos procedimientos originales, destacando sus aportaciones en el campo de la cirugía plástica y vascular, sin olvidar sus novedosas aportaciones a la cirugía del aparato locomotor y a la urología.

Consecuencia de su celebridad fueron los numerosos reconocimientos y distinciones que se le otorgaron, tanto desde la realeza como desde las instituciones. Entre ellas destacan la concesión de la Cruz de Beneficencia y el título de Comendador de la Real y Distinguida Orden de Carlos III. Fueron también numerosas las Academias de Medicina y Cirugía que le distinguieron, tanto en España como en el extranjero. La Real Academia de Medicina de Cantabria, creada en 1980, le nombró Miembro de Honor ese mismo año.

 

LA MONJA DE LAS LLAGAS

En noviembre de 1835 fue requerido por D. Modesto Cortazar [5], Juez del tercer juzgado de primera instancia de Madrid, en unión con sus comprofesores D. Mateo Seoane y D. Maximiliano González para el reconocimiento del estado físico de la célebre Sor Patrocinio [6], monja profesa en el convento de Caballero de Gracia. El motivo no era otro que ver, con criterio científico, si era cierto que sufría los estigmas de la Pasión de Cristo. Había que ser consecuente con los propios actos y el Dr. Argumosa siempre había ejercido su profesión con dignidad e independencia, y –además- a pesar de ser profundamente católico, era capaz de distinguir perfectamente lo divino de la superchería, así que no dudó en aceptar el encargo y lo primero que hizo fue instalar una perfecta vigilancia sobre ella evitando que pudiera inutilizar el tratamiento a que la sometió. Los facultativos trataron las úlceras con limpieza y, entre seis y diecisiete días, todas las heridas estuvieron cicatrizadas y la novicia fue dada de alta por curación. Se pudo descubrir que las llagas estaban producidas por una sustancia que le había dado el fraile confesor Fermín Alcaraz con el pretexto de que así alcanzaría mejor la santidad; sustancia que colocada en cualquier parte del cuerpo le producía una pequeña lesión. Esta intervención, con el consiguiente descubrimiento de la causa no sobrenatural de las llagas, le acarreó numerosas críticas por parte de los defensores del origen divino de las mismas. Críticas que arreciaron cuando la monja fue desterrada al convento de la Madre de Dios, de las Concepcionistas Calzadas, en Talavera de la Reina. “Algunos creyentes no solamente me cerraron las puertas de sus casas, sino también las del cielo”, comentó  con dolor el cirujano cuando vio que muchos de sus colegas y hasta el propio gobierno y la mismísima Reina se revolvieron contra él. La sociedad era más crédula que creyente.

 

POLÍTICO

A pesar de la atención y escrupulosa dedicación que prestaba a sus múltiples ocupaciones, tuvo don Diego Manuel tiempo para dedicarse a la política. Al igual que su padre, llevaba en lo más profundo de su corazón la ideología liberal, lo que le sirvió para participar activamente en la política de su tiempo. Se afilió al Partido Progresista y en las elecciones de 1836 fue elegido concejal del Ayuntamiento de Madrid y diputado de las Cortes Constituyentes. El 8 de septiembre fue designado 2º Alcalde del Ayuntamiento de Madrid y en cuanto que diputado fue uno de los firmantes de la Constitución Española de 1837. Fue un entusiasta defensor de Isabel II.

 

MATRIMONIO

Estuvo casado D. Diego de Argumosa con doña Micaela Adán La Valle (hija de don Juan Adán Morlán, uno de los mejores escultores de su tiempo), de cuyo matrimonio tuvo tres hijos: Diego (que moriría a la temprana edad de nueve años), Isabel y Natalia. Precisamente fueron Isabel (pintora) y Natalia (grabadora) las que hicieron las ilustraciones de toda la obra literaria que el Dr. Argumosa dedicó a la cirugía. Tanto éstas como su mujer, murieron antes que él; sinsabores que junto con los que le produjo la política y le ocasionaron los enfrentamientos que mantuvo con algunos colegas, originaron que solicitara la jubilación anticipada. En 27 de Enero de 1854, accediendo S. M. a los deseos de don Diego de Argumosa, catedrático de la asignatura de Clínica Quirúrgica de la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad de Madrid, se sirvió concederle la jubilación que tenía solicitada, con el haber que por clasificación le correspondía, contando veintiséis años de servicios.

 

FILANTROPÍA

Otro rasgo importante de su personalidad fue su filantropía. Allá por donde pasaba siempre se le recordaría por su labor en favor de los más desvalidos y necesitados. Son innumerables los hechos y anécdotas que, en este sentido, se cuentan. Recogemos algunas:

Cuenta el Dr. Don Eugenio Gutiérrez y González, primer Conde de San Diego,  que un rico indiano aposentado en Cabezón de la Sal quiso que le sangrase el Dr. Argumosa, y éste en la factura puso “Quinientas pesetas por la flebotomía”. Dinero que íntegramente cedió a los pobres del asilo de Torrelavega, dando con ello una prueba de generosidad y de modestia no negándose a un servicio humilde, ni que le confundieran, por el precio, con lo que hubiera cobrado un barbero sangrador.

En otra ocasión en que estaba enferma la duquesa de Alba, el médico que le asistía dispuso una sangría en el brazo. Preguntado por el esposo de la enferma en qué sangrador tenía confianza, contestó el doctor «Llame usted a Argumosa». Llegó éste, penetró en la alcoba y se limitó a colocar el vendolete e incidir la vena, sin tomar el pulso a la enferma. Una vez curada ésta, el duque remitió a Argumosa un duro en pago de su trabajo, a lo que contestó nuestro personaje diciéndole que esa operación, practicada por él, la justipreciaba en tres mil reales, los cuales recibió, enviándolos acto seguido como donativo al Asilo de Torrelavega para alivio y socorro de los pobres.

Durante el tiempo que gobernó en el Ayuntamiento de Madrid todas las multas que estaban bajo su jurisdicción fueron destinadas íntegramente al Asilo de San Bernardino.

Por otra parte, era tan caritativo con los menesterosos que estuvo suscrito por 400 reales al año para los de Madrid, en una sociedad que para el alivio de los pobres se formó en esta capital.

En 31 de diciembre de 1836 fue nombrado por la junta directiva y administrativa de los hospitales generales de Madrid, con aprobación del Gobierno de S. M., cirujano mayor, en comisión, de los mismos, con la gratificación de 6.000 reales anuales, cuya cantidad cedió en beneficio de los referidos establecimientos.

Una vez retirado en Villapresente y hasta unos meses antes de su muerte, tenía todos los domingos consulta gratis para los pobres, con objeto de aliviar en lo que podía sus padecimientos físicos. Además, daba 30 reales mensuales al hospital de Torrelavega, y pagaba la escuela de tres niños.

 

OBRA LITERARIA

Importante fue también su faceta literaria. A lo largo de su vida profesional escribió numerosos libros y folletos relacionados con la medicina y la cirugía, destacando entre ellos “Resumen de Cirugía”, escrito probablemente en Villapresente, puesto que ya estaba jubilado cuando se publicó la obra en 1856. También escribió numeroso artículos en revistas especializadas y tratados académicos y tradujo al español las principales obras de autores extranjeros.

 

EL PAVÓN

Jubilado, como ya hemos señalado, el 27 de enero de 1854, el Dr. Argumosa se trasladó a Villapresente para hacerse cargo de un molino harinero que había comprado unos meses antes al vecino de este pueblo don Ramón de la Peña, que por edad había decidido deshacerse de él. Pronto consideró Argumosa que, a pesar de estar construido en 1843, este molino, conocido como “El Pavón”, requería alguna mejora. Como el Dr. Argumosa también tenía conocimientos de arquitectura decidió acometer personalmente la construcción de una nueva presa sobre el río Saja. Sería la tercera presa construida en el mismo lugar; las dos primeras, construidas en mampostería bajo la dirección de peritos en la materia, duraron lo que tardó en llegar la crecida del río. Durante el tiempo que duró la obra, tuvo don Diego que soportar el incendio del molino, pero no por eso se rindió ante la adversidad y, una vez finalizada la presa y comprobado que podía resistir la corriente de las fuertes crecidas del río [7],  decidió ampliar la explotación del molino con la instalación de una turbina para generar energía eléctrica que luego vendería a la recién creada RCA Mina de Reocín. Unos años después vendería su explotación y los nuevos dueños desecharían la actividad molinera y se centrarían en lo que iba a ser el inicio de una floreciente industria eléctrica denominada “Central Eléctrica El Pavón”, que décadas más tarde pasaría a llamarse Electra Bedón y ya en los años 70 del pasado siglo XX llevaría el nombre definitivo de Viesgo, S.A.

Fue, la turbina instalada por el Dr. Argumosa en El Pavón, el origen de la primera Central Eléctrica de Villapresente.

Restos de la factoría eléctrica que se levantó sobre el molino “El Pavón”.

FALLECIMIENTO

Hacía años que el Dr. Argumosa padecía un catarro pulmonar, consecuencia, seguramente, de los fríos y húmedos locales en que había tenido que desarrollar su profesión, especialmente desde su paso por la Sala San Calixto de la Clínica Quirúrgica. Si a ello le añadimos las horas que pasó, desde su jubilación, junto al río Saja, nos haremos una idea del debilitamiento de su, ya de por sí, poco robusta existencia. Tanto es así que unos meses antes de su muerte decidió vender su negocio y retirarse a la casona de su propiedad en el barrio del Zapatón, en Torrelavega. Allí moriría, con 72 años de edad, víctima de una congestión cerebral pasiva y venosa, el día 28 de abril de 1865 [8] a las cinco de la tarde. Dejó escrito en su testamento que su entierro habría de ser sencillo, sin ningún tipo de pompa y que se le enterrara en el cementerio de Torrelavega, donde permanecería por espacio de siete años, transcurridos los cuales sus restos serían trasladados al panteón número 26 del cementerio de la Sacramental de San Isidro, en Madrid, donde ya descansaban los restos de su fenecida familia. Sin embargo, esta su última voluntad no se cumplió y los restos mortales del extinto bienhechor de Torrelavega no fueron trasladados al lugar designado por él para el eterno descanso familiar, continuando así su reposo en el cementerio de Geloria, en la misma sepultura donde fueron depositados un 29 de abril de 1865 [9].

 

HOMENAJES

Los homenajes y reconocimientos a Diego de Argumosa han sido constantes desde el momento que se conoció su fallecimiento hasta nuestros días, en los que siempre hay una publicación, especializada o no, que saque a sus páginas a este singular personaje. Y lo mismo podemos decir de las innumerables tesis de quienes aspiran a una licenciatura o un doctorado. De gran relevancia podemos calificar la conferencia que impartió el 13 de febrero de 1968, dentro de la V Sesión Científica de  La Real Academia de Medicina, el Dr. Don Arturo Perera y Prast.

Nuestro municipio también supo rendir el homenaje que el Dr. Argumosa se merecía, y lo hizo a propuesta del Dr. don Eugenio Gutiérrez, primer Conde de San Diego y ginecólogo de la Casa Real. Ya hemos visto más arriba como el día 1º de enero de 1895 la Junta Administrativa de Puente San Miguel le colocaba una placa conmemorativa en la fachada principal de la casa donde nació, pero no quedó ahí todo porque a continuación se le erigió un monumento de piedra con busto de bronce en la Plaza de la Robleda en Puente San Miguel.

Inauguración del Monumento al Dr. Argumosa en la Plaza de La Robleda el 10 de agosto de 1910.

LA CALLE ARGUMOSA

Para finalizar estas notas que hemos dedicado a nuestro ilustre personaje, hemos de decir que el Dr. Argumosa tiene dedicada una calle en Madrid capital, en pleno barrio  de Lavapiés. Es su arteria principal y une la plaza con la calle Atocha, por detrás del Museo de Arte Reina Sofía [10]. No obstante, no es la única calle que se le ha dedicado en la comunidad madrileña, pues más recientemente el Ayuntamiento de la localidad de Boadilla del Monte ha dado el nombre de Diego de Argumosa a uno de sus viales.

Estas dos calles, junto con el monumento que se le levantó en Puente San Miguel, parecen ser los únicos recuerdos que conservamos en España del llamado “restaurador de la cirugía española”. La realidad, sin embargo, es algo diferente y aunque el paso del tiempo ha dejado caer un espeso manto sobre otros reconocimientos póstumos, ahí están. Tal es el caso de la plaza que también se le dedicó en Puente San Miguel. Probablemente hoy nadie lo recuerde, pero una pequeña plaza triangular situada delante del edificio que albergó la desaparecida Academia Estudios llevaba el nombre de “Plaza Doctor Argumosa”. Así lo hemos encontrado en el B.O.E. del 19 de julio de 1977.

Mención especial merece la calle Argumosa de Torrelavega. Nadie en la actualidad sabe a quién de los Argumosa se le dedicó esta calle, aunque sí hay constancia de su antigüedad, pues ya aparece reflejada en documentos de los años setenta del siglo XIX, precisamente cuando hacía unos pocos años que había muerto el que fuera benefactor del asilo-hospital y de las gentes humildes de Torrelavega.

Ahondando en este tema hemos encontrado a dos autores que en sendas biografías aseguran la existencia de una calle dedicada por el Ayuntamiento de Torrelavega al Dr. Argumosa. En la primera de ellas [11], escrita en 1892 con motivo de cumplirse el centenario del nacimiento de Diego de Argumosa, es el Dr. D. José del Carmenal y Ramos quien nos ofrece el siguiente párrafo: “El Municipio dio el nombre de Argumosa a una de las calles de Madrid y en Torrelavega existe otra calle con el mismo nombre. A esto queda reducido lo que la patria ha hecho en agradecimiento a Argumosa, en testimonio de respeto a la memoria del sabio cirujano español”.

Años más tarde, en un trabajo realizado para la Cátedra de Historia Critica de la Medicina (Madrid, 1932/33), otro Argumosa, el Dr. D. Emilio de Sola y Argumosa, escribe que “los municipios donde vivió han honrado su memoria dando su nombre a alguna calle; y así, en Madrid, una lleva su nombre, en Torrelavega hay otra, y en Puente de San Miguel se le erigió una estatua hace años, colocando una lápida en la casa en que nació”.

Creemos que estas aportaciones son pruebas con la fuerza suficiente como para que el Ayuntamiento de Torrelavega de un paso al frente –y así se lo solicitamos desde esta página– y renombre la calle Argumosa como calle del Dr. Diego de Argumosa, pues, salvo prueba en contrario, es a él a quien fue dedicada.

NOTAS

[1] Dato que ya se da por seguro en el acta de defunción.

[2] Publicado en EL PABELLÓN MÉDICO el 7 de septiembre de 1869. Creemos que se trata de un error de transcripción del original, pues el sacerdote de Villapresente en esas fechas era D. Fernando Sánchez de la Sierra y que, según hemos podido comprobar, siempre firmaba como Fernando Sánchez Sierra.

[3] Hospital de San Rafael, actual sede del Parlamento de Cantabria

[4] El Real Tribunal del Protomedicato fue un cuerpo técnico encargado de vigilar el ejercicio de las profesiones sanitarias, así como de ejercer una función docente y atender a la formación de estos profesionales. Creado en España en el siglo XV, en el siglo XVI se extendió a las colonias, fundándose los protomedicatos de México y del Perú.

[5] Extracto de la causa seguida a Sor Patrocinio por el Juzgado del Barquillo (Imprenta de D. B. González. Madrid, 1849).

[6] María Josefa de los Dolores Anastasia de Quiroga Capopardo (1811-1891), conocida como Sor Patrocinio, gozó de gran influencia en la Corte, tanto en la regencia de María Cristina como con Isabel II y su marido don Francisco de Asís de Borbón. Está en proceso de beatificación desde el 19 de julio de 1907.

[7] El hecho de que la presa soportara durante años las fuertes crecidas del Saja fue noticia en numerosos medios de comunicación que supieron rendirle el homenaje que el éxito se merecía.

[8] Al igual que ocurre con la fecha de nacimiento, tampoco los biógrafos se han puesto de acuerdo en la fecha de defunción: los hay que dicen que el día 2, otros dicen que el día 23 y algunos señalan el día 28. El Libro de Finados de la desaparecida Parroquia de La Consolación de Torrelavega en un apunte firmado por Don José María Sánchez de Riancho (el célebre Don Joseuco), cura párroco de la misma, lo deja bien claro: el día 28.

[9] Tomás Bustamante Gómez (www.torrelavegantigua.com)

[10] Este museo se reedificó sobre el edificio que en el siglo XIX albergaba el Real Colegio de San Carlos y su Clínica Quirúrgica y de Operaciones. Este hospital también fue denominado General de Madrid (hasta 1849) y Provincial de Madrid, desde esa fecha.

[11] Biografía del Ilustre Montañés Don Diego Argumosa y Obregón (Dr. D. José del Carmenal y Ramos. Imprenta R. Velasco. Madrid, 1892).